La probabilidades de emanciparse e incluso de formar una familia son cada vez más bajas debido a la difícil situación de la juventud en el mercado laboral.
La tasa de paro juvenil alcanzó un valor máximo de 42,4% en la crisis precedente, llegando incluso a un 58% entre los menores de 25 años. Coincidiendo con la recuperación económica, la tasa empezó a disminuir, pero la crisis derivada de la pandemia del coronavirus ha agravado la precariedad del empleo juvenil. Según el INE, la tasa de desempleo entre los jóvenes de 20 a 24 años en el primer trimestre de 2021 registraba un 39,5%, siendo el segundo grupo más castigado por el paro, solo por debajo del de mayores de 55. Con casi el doble de la tasa media europea, España se sitúa a la cabeza de Europa en desempleo juvenil.
Además, el aumento de la tasa de desempleo juvenil ha hecho que el porcentaje de jóvenes sin empleo, ni formación, ni capacitación sufra un repunte durante la pandemia de la COVID-19 alcanzando el 17,3% en 2020; es decir, 2,4 puntos más que el año anterior.
La precariedad laboral es una realidad que afecta de manera desproporcionada a la juventud. Según los últimos datos del INE, en el último trimestre del 2020 más de la mitad (52,1% entre los hombres y 55,6% entre las mujeres) de jóvenes con empleo tiene contratos temporales, una temporalidad 30 puntos superior a la del resto de la población.
La COVID-19: un elemento que profundiza problemas preexistentes
La estructura productiva de España y el efecto “devastador y desproporcionado” que ha generado la pandemia según la Organización Internacional del Trabajo, generan una situación donde se pone en riesgo la empleabilidad de más de la mitad de la juventud española. Según el Sondeo COVID-19 llevado a cabo por el INJUVE en junio de 2020, casi 4 de cada 10 jóvenes desempleados cree poco o nada probable encontrar trabajo en el próximo año mientras que un 66% considera que, tras la pandemia, sus oportunidades laborales y económicas serán peores que las de generaciones precedentes.
De entre las y los jóvenes empleados, un 28% se vio afectado por un ERTE y más de un 16% perdió su empleo, mientras que un 48% no experimentaron cambios laborales durante el Gran Confinamiento. Las mujeres, que ya partían de una situación laboral más precaria, han sufrido más ERTE y han perdido más frecuentemente su trabajo que los hombres.
Además, según datos del reciente informe El impacto generacional del coronavirus, basado en una encuesta llevada a cabo por la agencia demoscópica 40dB, el 60% de las personas jóvenes entre 16 y 23 años ha visto reducido su salario como consecuencia del coronavirus (frente al 51% de la población general) y el 44,7% ha visto reducida su jornada laboral (frente al 36,8% de la población general).
Una juventud alegre que intenta no perder la paciencia
En este Primero de Mayo, desde la Confederación Don Bosco, como organización comprometida con la juventud, denunciamos la alarmante situación a la que se enfrentan los jóvenes en cuanto a su presente y futuro laboral e instamos a que se palie la precariedad en el mercado de trabajo.
Siendo un referente cualificado en el ámbito de la juventud y el Tiempo Libre Educativo, apostamos por:
- Paliar las necesidades formativas que impiden el acercamiento y la integración al mundo laboral de la juventud al promover desde nuestras entidades miembro y la propia Confederación cursos y seminarios que permitan mejorar las capacidades de acceso al trabajo.
- Reconocer las competencias adquiridas a través del voluntariado, como miembros fundadores de la asociación RECONOCE junto con Scouts-ASDE y Didania. El objetivo de esta entidad es mejorar la empleabilidad juvenil a través de este reconocimiento.
- Sensibilizar a la sociedad y organismos públicos de la necesidad de mejorar la situación laboral de la juventud, como motor de futuro y en aras de un mundo más justo.
- Innovar. Las políticas clásicas y el sistema de mercado de trabajo desarrollado hasta el momento no han dado la respuesta adecuada a la juventud, que sigue siendo la gran olvidada reforma tras reforma.
- La participación juvenil. Se deben generar espacios de empoderamiento de la juventud que permita que podamos desarrollarnos con libertad y tener voz propia sobre nuestra situación.
- Trabajar en red. Solo a través de la colaboración podremos salir más fuertes y desarrollar acciones capaces de transformar la sociedad con bases sólidas y mirada de futuro.
Alrededor del Primero de Mayo, las redes sociales de la Confederación Don Bosco se llenarán de memes para denunciar diferentes realidades en referencia a la situación laboral que vive hoy la juventud de España.
“Nuestro futuro laboral es un meme, una situación compleja y hasta humorística, que apenas cambia en el tiempo y que se ha vuelto insostenible. La juventud necesitamos que el mercado laboral cambie de manera radical para poder replantear nuestro futuro desde unas bases sólidas”, denuncia Manuel Seguín, vicepresidente de la Confederación Don Bosco.
“Nuestra juventud sigue demostrando su implicación y buen hacer cada día en los distintos ámbitos de su vida, especialmente en los espacios de voluntariado como se ha podido ver durante el tiempo de pandemia, no solo en los Centros Juveniles sino en tantas iniciativas jóvenes y sociales. Esta misma implicación, experiencia y energía es la que pueden llevar y desean aportar al ámbito laboral”, comenta Pedro Hernández, coordinador nacional de Centros Juveniles.
La Confederación Don Bosco, junto a las Federaciones y Centros Juveniles, continúa en su compromiso en la defensa y la promoción de la infancia y la juventud, especialmente la que está en riesgo de exclusión, a través del protagonismo juvenil y el estilo educativo de Don Bosco.